Archivo para 5 julio, 2008

El Deseo de Anoche.

 

 

El deseo de anoche

      El deseo de anoche no lo redactaré  con almas de poema, y no es que no fuera así como lo viví, sino que prefiero mostrarlo sobrio y con un toque de austeridad real, sin palabras que distraigan, sin adornos, sin ese envoltorio celeste con el que me he acostumbrado a rodear lo sencillo. Está bien para los otros deseos, pero para este, prefiero como digo, desnudarlo de todo lo que le sobre.
     Fue en una terraza con encanto en los bajos de una plaza de toros en la que la única corrida, por lo que se, fue el concierto de un grupo cuyo nombre no llegué a preguntar; con un barril a modo de mesa, un restaurante sin cena y un camarero despistado, también estaba la copa de rioja que daba alas, el tabaco y un mechero de estreno algo hortera.  Y fue, con ese entorno de noche estrellada, junto a una amiga, un libro de cuentos y las moralejas de un Bucay en el que nunca creí, pero que de tanto insistir, al final tendré que rendirme y aceptar sus aleteos.  Fue como digo, en ese entorno de sábado noche, con la gente paseando sus sonrisas y todas sus aspiraciones de la ida…

           

    Ocurrió, que de pronto, casi sin esperarlo, esa amiga quiso compartir las reflexiones y con un Espejo, mostrándomelo de frente me hizo ver muchos detalles de alguien que no quiero ser. El Deseo se convirtió en el cristal tintado reflejando una realidad y con la metáfora de una línea recta sobre la servilleta, ilustró subidas y bajadas metódicas, estudiadas y previsibles.  Yo no quiero ser ese, pensé… aunque lo sea.
    Pero es que el Deseo, abrazado a la sonrisa de mi amiga, sorprendía con su elocuencia, con esa maestría de trato con la gente que hasta al camarero, después de regañarle, le sacó una sonrisa. Todo aquello me sorprendió… de algún modo traía un mensaje que necesitaba asimilar. Aun no lo he logrado, pero un comienzo es un comienzo…
    Este Deseo, es de esos que quieres tener a tu lado, que te ayudan cuando lo necesitas y que te dan alas cuando el viento sopla a favor… Supongo que tiene más nombres el deseo, pero la llamaremos con la broma de unos taconazos de infarto que estos sí me gustan, o con el disfraz de la cucaracha de negro que se angustia por no aparcar; o quizá con el fleco del chiste del Cangrejo que nunca me cansaré de pedirle que lo cuente…

    Y sólo me queda dar mil gracias al deseo, y como es ya una costumbre estipulada, echarla del coche, pero como esto no es un coche, cierro y digo hasta la próxima; para no perder las buenas costumbres.

 

Viento 2008